Para empezar, no vayas a pensar que es tan fácil, ¿eh?. Amargarse la vida es todo un arte, y requiere de constancia y tesón, de unos hábitos bien asentados en tu forma de pensar, afrontar la vida y sus dificultades, en tu forma de interpretar la realidad y los comportamientos de las demás personas, en tu forma de relacionarte, de vivir y expresar tus emociones, e incluso en la forma en que te valoras y tratas a tí mism@.
Al principio tendrás que hacer todas estas cosas “a posta”, pero te garantizamos que una vez te acostumbres a funcionar así, te saldrán de forma espontánea. Como se suele decir, la práctica “hace al maestro”, y comprobarás que al cambiar tu forma de comportarte, la vida y el mundo te devolverán lo que piensas de ellos, confirmando tu teoría sobre lo amargo y malévolo de ambos.
Dicho esto, presta mucha atención a las siguientes
instrucciones:
- Es fundamental
tratar de caerle bien a todo el mundo. Y con todo el mundo nos referimos a tooooodo el mundo. Es decir, es imprescindible gustarle a todas y cada una de las personas con las que te cruces a lo largo de tu vida (miles…). Lo contrario sería terrible.
- Antepón las necesidades de las personas de tu entorno a las tuyas.
Esto es algo que debes seguir a rajatabla. Es más, si es posible, olvídate de las tuyas: vive por y para las necesidades de l@s dem@s.
- Antes de hacer cualquier cosa, por mucho que la desees, por muy feliz que te haga, párate a reflexionar sobre qué pensarán l@s demás.
Ten en cuenta lo que podría pensar cualquier persona de tu entorno, incluso aquellas que no te importan, y si tienes la más mínima duda de que tu comportamiento no va a gustar, no lo hagas. En definitiva, guía tu comportamiento por el miedo al que dirán.
- Nunca digas “no” a nada. Tienes que estar siempre dispuest@ para hacer todo lo que te pidan, incluso aquellos favores que no te apetezca hacer o no te hagan sentir bien. No vaya a ser que le caigas mal a alguien por ello (te remitimos al punto 1).
- Es imprescindible que cumplas con las expectativas que las demás personas depositan en ti: familia, amig@s, pareja, hij@s…¿Que son distintas a tus propios intereses y expectativas? Pues mala suerte, apáñatelas como puedas, porque no puedes decepcionar a nadie, eso sería insoportable.
- Compárate siempre que tengas la oportunidad,
a ser posible con aquellas personas con las que tengas cierta garantía de salir perdiendo. Esta consigna es vital, ya que la comparación constante es una de las principales fuentes de insatisfacción para los seres humanos.
- Trata de tenerlo todo bajo control siempre. Lo que realmente puedes controlar, pero también lo que no, aquello que depende de otras personas y otros factores. Ya verás qué drama cada vez que algo no sale como tú pensabas: amargura garantizada.
- Coge una mochila bien grande y ve metiendo dentro: sentimientos de culpa y vergüenza
por los errores cometidos, las etiquetas
que otras personas te han colocado, las etiquetas que tú mism@ te has colocado, las cargas que pertenecen a otras personas
y no te corresponde llevar, los duelos
por todas las pérdidas del pasado, cada agravio
que hayas sufrido, cada agravio que hayas infligido, los objetivos no alcanzados y la frustración consecuente, y todo aquello que te haya dañado alguna vez.
Lleva siempre esta mochila sobre tus hombros, allá donde vayas y por más tiempo que pase.
- Desconfía de la gente, así de manera general y sin necesidad de tener datos que avalen tu desconfianza. Piensa que las personas son malas por naturaleza y no esperes nada bueno de ellas. Ni de ellas, ni de la vida, que es un erial (como decía Bécquer).
- Piensa que siempre tienes la razón.
Siempre. Tú tienes la razón sobre todo. Y ten una opinión inamovible sobre todas las cosas incluso sobre aquellas que no tienes ni idea.
- Deja a un lado el sentido del humor
(magnífico protector contra la amargura) y oféndete por todo. Ya sabes, la gente es mala y tal (punto 9), y siempre habrá mala intención en todo lo que te digan.
En realidad podríamos seguir, pero lo vamos a dejar aquí ya que con esto tienes más que suficiente para hacer de tu vida un continuo pesar.
¡Ah! Y en caso de que no quieras amargarte la vida, haz todo lo contrario a lo que te hemos indicado en esta entrada:
deja ir, suelta, perdona y perdónate, ama, cuida, cuídate, quiérete, piensa en tí, piensa bien, confía, sé flexible, afronta, supera, di que no, acepta, ten sentido del humor, desetiquétate y sé libre.