El amor romántico
Cristina Fernández Luque • 14 de mayo de 2020
11 mitos que nos condicionan y limitan
“Nos hicieron creer que el “gran amor” sólo sucede una vez, generalmente antes de los 30 años…
Nos hicieron creer que cada uno de nosotros es la mitad de una naranja, y que la vida sólo tiene sentido cuando encontramos la otra mitad. No nos contaron que ya nacemos enteros, que nadie en la vida merece cargar en las espaldas, la responsabilidad de completar lo que nos falta.
Nos hicieron creer en una fórmula llamada “dos en uno“: dos personas pensando igual, actuando igual, que era eso lo que funcionaba…
Nos hicieron creer que el casamiento es obligatorio… Nos hicieron creer que sólo hay una fórmula para ser feliz, la misma para todos…”
Nos han hecho creer muchas cosas sobre el amor y la pareja, como plasmaba genialmente John Lennon en este breve texto del que os hemos puesto algunos fragmentos. Nos han engañado, vendiéndonos una visión limitada y restrictiva del amor, una forma única de vivir, amar, existir y ser feliz.
¿Cómo es que hemos adoptado un modelo del amor que fabrica personas infelices, frustradas e incompletas?
Mitos del amor romántico
En realidad, no es que hayamos sido muy conscientes de que estábamos comprando una versión poco realista y en absoluto sana del amor, es algo que nos ha sido transmitido socialmente mediante la cultura en toda su extensión (literatura, cine, cuentos populares…), las relaciones familiares, medios de comunicación, etc.
La sociedad y la cultura han sido el vehículo de transmisión habitual de los mitos, que son un conjunto de creencias que comparten la gran mayoría de miembros de una sociedad, y que sin ser ciertas ni tener validación alguna, se transmiten a la siguientes generaciones. Por tanto, ya que impregnan toda la sociedad, las vamos asimilando sin mucho cuestionamiento desde que somos pequeñ@s.
Por supuesto, la concepción del amor no se ha librado de ello, y se han generado una serie de mitos en torno a cómo sentirlo y vivirlo, y lo que es y no es aceptable a la hora de amar. Se ha construido así un modelo del amor que llamamos
“amor romántico”, y que viene definido por las siguientes creencias erróneas:
- Mito de la media naranja o la fe ciega en el destino, según el cual somos personas incompletas que sólo hallaremos la felicidad cuando nos emparejemos con nuestra otra mitad, una única persona que tenemos predestinada.
- Mito del emparejamiento, por el que se cree que la monogamia está presente en todas las épocas y culturas, y que la pareja heterosexual es lo natural y universal.
- Mito de la exclusividad, o la creencia de que no puedes sentir atracción por más de una persona a la vez.
- Mito de los celos, según el cual la presencia de celos es una señal inequívoca del amor.
- Amor y enamoramiento son equivalentes, por lo que si dejas de estar apasionadamente enamorad@ es que ya no hay amor y debes dejar esa relación.
- Mito de la omnipotencia o “el amor todo lo puede”, y por tanto cualquier sacrificio es válido si se hace por la pareja
- Concepción mágica del amor, o lo que es lo mismo, creer que en nuestros sentimientos amorosos no influyen factores psicológicos, biológicos y sociales.
- Mito del matrimonio o de la convivencia, que es a lo que supuestamente tiene que conducir siempre el amor.
- Mito de la unidad, lo que significa que ambos miembros de la relación tienen que ser como un solo ser.
- Creer que discutir es malo, por lo que cuando una pareja no discute es que todo va bien.
- Mito de que los polos opuestos se atraen, la incongruente idea de que cuanto más diferentes son los miembros de una pareja, más atracción habrá y mejor pareja harán.
En fin, patraña tras patrañas que nos hemos tragado desde pequeñit@s y que te desmonto en su mayoría en un párrafo:
Somos personas enteras, a las que una buena pareja aporta pero no completa. Hay tantos tipos de relaciones amorosas como seres humanos y se puede ser feliz adoptando cualquiera de ellos, siempre que los miembros de la relación deseen lo mismo y estén de acuerdo. No existe un único fin al que conducen todas las relaciones, cada persona decide si quiere unirse legalmente o no a la otra persona, si quiere o no quiere convivir…etc. Los celos son señal de inseguridad, no de amor, lo que es más, necesitan tratamiento psicológico en la mayoría de los casos. El amor no lo puede todo y nada justifica que tengas que sacrificarte enormemente por otra persona: si tienes que forzarlo, no es para ti.
Cada miembro de la relación es un ser único, el amor no es una siderúrgica que funde a dos seres humanos en uno solo.
El amor bueno
No pretendo darte una definición definitiva de lo que es el amor, faltaría más, no soy tan pretenciosa. Pero sí que soy osada, y me gustaría contarte algunas cosas que pienso que tienen que ver mucho con el amor bueno, y otras que, y aquí sí afirmo rotundamente, sé que no tienen nada que ver con él.
Es amor… cuidar
a la persona que amas.
Es otra cosa… dejar de cuidarte tú
para satisfacer todas sus necesidades.
Es amor… desear compartir
parte de tu tiempo con esa persona.
Es otra cosa… dejar de dedicar tiempo a otras personas o a ti mism@.
Es amor… querer agradar
a la persona que quieres y ayudarla
a sentirse bien.
Es otra cosa… hacer cosas que no te agradan ni te hacen sentir bien porque la otra persona te lo pide.
Es amor… tratar de aceptar
a la persona que quieres tal y como es.
Es otra cosa… soportar cualquier tipo de actitud o comportamiento, incluso aquellos que te hieren, porque la persona “es como es”.
El amor bueno, el verdaderamente sano, es fácil. Cuando el amor es bueno, siempre suma, aporta cosas positivas a tu vida, en mayor o menor medida, pero nunca resta. Si el amor es del bueno, fluye, es cómodo… si fueran unos pantalones, serían de tu talla. Esto no quiere decir que las parejas (del tipo que sean) no puedan pasar por momentos de crisis o momentos difíciles en los que se hace necesario hacer ajustes. Pero una relación en la que desde el minuto uno todo es un gran esfuerzo, que te obliga a hacer grandes sacrificios, que te hace dejar atrás a personas que quieres o actividades que te gusta hacer, que te hace pasar más momentos malos que buenos, que te convierte en una versión de ti mism@ que detestas y en definitiva, que te hace sufrir, créeme, no es de tu talla.
A ver si conseguimos extirpar de una vez de nuestro imaginario colectivo la idea de que hay verdadero amor en aquellas relaciones trágicas, tormentosas, con constantes idas y venidas y llenas de altibajos. Relaciones en la que se discute día sí, día también (¿os acordáis de esa frase que decíamos de niñ@s? “Los que se pelean se desean”). Relaciones llenas de sacrificios y renuncias por la otra persona, con emociones continuamente descontroladas y desbordantes.
No, para nada, eso no es amor. Eso es un campo de batalla y en las batallas siempre hay heridos. En ambos bandos.
Me gustaría dejaros con un bonito y sencillo texto de la ilustradora y escritora Ana Elena Pena, que aunque no habla solo del amor, me parece un acierto absoluto en cuanto al mensaje que transmite:
Me he acostumbrado,
(así, como quien no quiere la cosa)
a los domingos sin resaca,
al amor sin golpes
y a la gente sin doblez.
No es que mi vida sea menos emocionante:
es que las emociones son reales, son sencillas.
Y por tanto,
hacen bien.
En el amor bueno, no es que tu vida sea menos emocionante: es que
las emociones son reales, son sencillas. Y por tanto, hacen bien.
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