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¡Alerta! Negacionista en la mass media

Myriam Perea Granado • 11 de abril de 2021
Menudo el interés que ha suscitado la entrevista a Miguel Bosé en “Lo de Évole” y es que no hemos tenido muchas oportunidades de saber qué se esconde detrás de un negacionista. Es comprensible sentir curiosidad por saber cómo funciona la mente de una persona que pese a las evidencias y las desgracias compartidas en este último año a causa de la COVID19, nos contaba en su cuenta de Instagram que todo es una “plandemia”, que existe una asociación mundial público-privada que dirige Bill Gates para implantar microchips en la población y controlarla o que las vacunas son para matarnos.
 

Ante tan disparatadas afirmaciones mucha gente aseguró: “se ha vuelto loco”, debe tener algún trastorno mental que lo explique. Pues para sorpresa de todas y todos, la verdad es que sus manifestaciones no tienen que ver con trastorno alguno. Habitualmente se piensa también que las personas negacionistas son pobres de intelecto y desinformadas pero tampoco coincide con el perfil habitual de negacionistas que suelen ser personas inteligentes, de clase media-alta, con estudios intermedios o superiores y acceso e interés por la información. 

En este post, vamos a conocer quiénes son las y los negacionistas del virus, qué produce su negacionismo, así como algunos de los aspectos que influyen en que mantengan su postura a lo largo del tiempo. 
¿Sabías que… 
 Hay negacionistas del holocausto, de la llegada del hombre a la luna, terraplanistas, antivacunas, del cambio climático…
 y ahora del coronavirus COVID19?

¿Qué es el negacionismo?

El negacionismo es un tipo de pensamiento irracional que consiste en la no aceptación de la realidad que se puede verificar de una manera empírica. Todas las personas podemos llegar a desarrollar este pensamiento, ya que es un mecanismo de defensa natural ante un cambio rápido e impactante que nos ha provocado una sensación de irrealidad porque no ha habido un proceso de adaptación, vamos que no nos ha dado tiempo de asimilarlo y aceptarlo. 

Hasta aquí todo el mundo podemos sentirnos identificados/as con esa sensación si echamos la vista atrás a los primeros días o las primeras semanas de la pandemia en el país y se decretó el estado de alarma. La parálisis en nuestra forma de vida, el confinamiento, la asunción de un riesgo real e inminente para nuestra salud y la de nuestros seres queridos nos hizo difícil adaptarnos a lo que sucedía, creíamos que no era real, que no podía estar pasando algo así a nivel global y sentimos de manera colectiva miedo y una incertidumbre desbordante. 

¿Qué factores influyen en el desarrollo de una actitud negacionista?

Ante esta misma vivencia, si bien todas y todos hemos revivido o empatizado con las emociones y sensaciones anteriormente descritas, cabe preguntarse ¿qué hace que algunas personas hayan desarrollado una postura y actitud negacionista? ¿Qué hace que crean en teorías conspirativas, argumentos extraños o informaciones falsas antes que en las evidencias sociales y científicas? Hay algunos factores, que producen el caldo de cultivo perfecto para que una persona llegue a desarrollar una postura negacionista convirtiéndola en parte de su identidad. 
  •  La salida de la zona de confort de forma brusca con la vivencia de emociones desagradables e intensas ante el cambio como miedo, ansiedad y tristeza por la pérdida mental y material de comodidades, trabajo, el estilo de vida social, etc. favorece caer en el negacionismo. 
  • La falta de confianza y sensibilidad hacia los organismos, instituciones y gobiernos ante informaciones contradictorias o poco claras - como se sucedía inicialmente ante la novedad de los sucesos y de la evolución de la pandemia- aumenta la necesidad de buscar información en otras fuentes que les permita entender qué está ocurriendo. 
  • La suspicacia e incredulidad ante el desarrollo de los acontecimientos sumada a un carácter con dificultad para adoptar normas dictadas desde arriba, les hace comulgar con teorías alternativas que les salven de cumplir con las medidas designadas (uso de mascarilla, distancia social…). 
Si juntamos todo esto, nos encontramos con personas que cuestionan y niegan la existencia del virus, creen que es un engaño a gran escala para que los gobiernos puedan coartar la libertad de las personas. También las hay que creen que existe, pero que no es tan virulento ni mortal como nos dicen, para hacernos vivir en el miedo y ser más manejables. Hay quienes van más allá y vinculan la pandemia con el 5G y en especial con Bill Gates (fundador de Microsoft) del que aseguran que quiere a la gente vacunada para implantarles microchips y controlarles. Esto entra en conflicto con otra de las teorías, que asegura que la vacuna no es para controlarnos, sino que directamente nos matará. 
¿Sabías que… 
Los bulos más difundidos no son aquellos que niegan el COVID19 o su mortalidad sino las que apuntan terapias milagrosas para curar el virus. Tras estos se sitúan los que achacan el origen del virus al llamado “nuevo orden mundial” seguidos del bulo que asegura que fue creado en un laboratorio de Wuhan?

Una vez hemos entendido, qué circunstancias y factores se han dado para que estas personas hayan llegado a generar estas creencias, ahora cabe plantearse cómo estas posturas se mantienen en el tiempo. Cómo es posible qué después de un año de pandemia con más de 350 millones de personas infectadas y casi 3 millones fallecidas por el virus a nivel mundial, y cuando estamos a punto de alcanzar los 3 millones y medio de personas contagiadas en nuestro país y más de 76.000 vidas perdidas, además de todas las repercusiones sociales, laborales y económicas sufridas, sigan defendiendo estas creencias. 
Hay varios aspectos que explican la permanencia e inmovilidad de las y los negacionistas. 

  1. El sesgo de confirmación: Es la tendencia a buscar y encontrar evidencias que refuercen nuestras creencias preexistentes, ignorando o descartando el resto. Esto hará que nos rodeemos de aquellas personas que reafirman nuestras ideas y que en redes sociales sigamos a quienes nos apoyan. Los y las negacionistas, acaban relacionándose con quienes piensan igual que ellos y ellas tanto por el propio sesgo de confirmación como por el hecho de que sus creencias conllevan unas prácticas sociales alejadas de las medidas sanitarias obligatorias y solo personas que piensen igual van a estar dispuestas a relacionarse sin usar la mascarilla, sin guardar distancia social de 2 metros y ponerse en riesgo.
  2. La distorsión cognitiva: Cuando a un/a negacionista se le rebate con argumentos sólidos se genera una distorsión cognitiva, un malestar producido al dar con algo que entra en conflicto con su manera de pensar. Así recurre al autoengaño reinterpretando el argumento para que encaje con sus creencias, reforzando todavía más las ideas que quiere creer a toda costa. Recordemos que suelen ser personas bastante inteligentes, con lo que son capaces de reelaborar cualquier argumento usando la teoría que le sirva por improbable que sea. Les cuesta menos sostener otra interpretación aún siendo rara o excéntrica que cambiar su sistema cognitivo. Si una sanitaria le cuenta la realidad de lo que ocurre en el hospital respecto a contagios, ingresos, UCI, muertes, etc. antes afirmará que “está pagada por el gobierno para mantener la farsa” que cambiar de opinión.
  3. Inversión en la creencia: Cuanto más ha invertido la persona en afianzar y desarrollar su creencia -buscando información que respalde su postura, relacionándose con personas que piensen igual o reinterpretando la realidad para ajustarla a sus ideas-, más dificultad tiene la persona para romper con su propio entramado cognitivo. Asimismo cuanto más pública haya hecho la persona su postura y su creencia, menos disposición a hacer un cambio o modificación en su creencia. 
  4. El refuerzo social del grupo minoritario: Estas ideas se ven retroalimentadas además por el refuerzo social y la idea de sentir que pertenece a un grupo privilegiado que posee una información que los/as demás no poseen. Se ven como una minoría frente a una mayoría que les quiere oprimir y aún no ha visto la luz. Las y los negacionistas del virus refieren que “han despertado de esta farsa y no son borregos con bozal como el resto”

Esto que sabemos hasta ahora, hace que podamos concluir que muy difícilmente quitaremos a un/a negacionista su creencia errónea. Así es. Ni la mayor evidencia puede modificar la actitud negacionista si la persona no quiere. Sin embargo, hay personas que sin ser negacionistas, si que son escépticas con la información que les llega de las autoridades, hay personas desinformadas por falta de interés a veces y a veces porque su capacidad para manejar tal cantidad de informaciones variadas y contradictorias es limitada. Para esas personas es para las que hay que hacer una labor divulgativa de las conclusiones científicas y para ellas es para las que hay que entrar a desmontar las teorías y fake news que lanzan los/as negacionistas. Para que no sumemos más gravedad al problema. Si bien estas teorías las defienden grupos minoritarios, en España ya son miles de personas las que situadas en una teoría u otra (inexistencia del virus, inexistencia de la gravedad y mortalidad del virus, antimascarillas, antivacunas,…) contribuyen a la propagación del virus con las consecuencias que conlleva. No podemos permitirnos que vaya a más. 

¿Sabías que…
España es el cuarto país del mundo en propagación de teorías de la conspiración después de India, EEUU y China?
 
¿Cómo podemos contribuir a frenar los movimientos negacionistas?

1. Evitando la difusión de mensajes y noticias falsas que no hayamos corroborado la veracidad de su contenido antes de compartirlas. 
2. Compartir noticias, contenido y mensajes de divulgación científica que sirvan para aclarar ideas cuya procedencia sea fiable. 
3. Desmontando las teorías negacionistas desde el debate sano sin buscar que negacionistas cambien de opinión (pues es prácticamente imposible) sino contribuyendo a que otras personas escépticas, desinformadas o excesivamente confiadas de cualquier información que les llega conozcan los argumentos contrarios y no caigan en la conspiración fácilmente al menos. Para conseguir este debate y saber a que tipo de argumentos nos enfrentamos, vamos a resumir cuáles son los mecanismos habituales que usan las y los negacionistas. 

Tácticas que usan las personas negacionistas para defender sus creencias.
Las personas negacionistas no solo rechazan y niegan las evidencias científicas, sino que ponen en marcha una serie de mecanismos o tácticas para lograr afianzar la posición que defienden - la contraria a la oficial-. Entre ellas encontramos: 

1. Argumentan desde la conspiración: Creen firmemente que gobiernos, personas influyentes o ciertos poderes ocultos han desarrollado una estratagema para imponer una realidad que no es tal. Por el contrario, existe otra verdad, la auténtica, que es la que ellas y ellos defienden. Este mecanismo, les otorga un sentimiento de legitimidad moral, pues les convierte en defensoras y defensores de la verdad, frente a un sistema que trata de silenciarles e imponer una mentira, que la mayoría ha aceptado.
2. Se apoyan en artículos aislados: Las personas negacionistas suelen realizar una selección de las pruebas muy particular. Rechazan cualquier evidencia científica acerca del fenómeno en cuestión y escogen artículos muy concretos -generalmente poco rigurosos o con defectos en sus procedimientos- pero cuyas conclusiones van en la línea de la postura que defienden.
Así todos los artículos están equivocados y mienten, excepto aquellos que, efectivamente, exponen unos resultados concordantes con su postura.
3. Recurrir a falsos/as expertos/as: Son personas que igualmente defienden la postura de la negación y que aparentemente son una autoridad en el campo en cuestión. Sin embargo, en muchas ocasiones se demuestra que o bien no es tal autoridad o bien su discurso obedece a otro tipo de intereses. Tal y como ocurría en el caso de los artículos, rechazan las opiniones de cualquier profesional o científico/a que apoye la realidad demostrable, pues es una conspiración.
4. Cambiar las reglas del juego: Si un/a negacionista sobre un determinado tema solicita a una persona no negacionista una prueba que certifique esa realidad, y dicho sujeto se la proporciona, el/la negacionista suele optar por decir que esa prueba no es válida y que necesita otra nueva, o más concreta o con determinadas condiciones. El objetivo es cambiar los requisitos constantemente para así no dar por válida ninguna prueba que apoye lo que niegan.
5. Uso de falacias lógicas: Es habitual que hagan uso falacias, como por ejemplo la de la falsa analogía, estableciendo comparaciones entre elementos totalmente independientes entre sí y que por lo tanto no necesariamente se rigen por la misma lógica.

Dijo Leonardo Da Vinci «Una ciencia es tanto más útil cuanto más universalmente pueden comprenderse sus producciones; y, al contrario, lo serán menos en la medida en que éstas sean menos comunicables.». No sabemos qué pasara con la enfermedad COVID19, si ha llegado para quedarse o aún queda esperanza para erradicarla. Lo que sí está claro es que los/as negacionistas han llegado para quedarse y solo con investigación, ciencia  y divulgación podremos defendernos de las consecuencias de sus actos. 

Sigan cuidándose. Ya queda menos. Salud para todas y todos. 

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